La batalla de la cereza de café


Archivo/VANGUARDIA LIBERAL
La batalla de la cereza de café

(Foto: Archivo/VANGUARDIA LIBERAL)
La existencia de enemigos naturales de la planta de café es tan antigua como la presencia misma del cultivo en el mundo... incalculable, al igual que la necesidad de insectos como la broca, que perfora el grano hasta llegar a su semilla.
La atracción de este escarabajo (coleóptero) por el café no es comparable ni con la que pueden llegar a manifestar los consumidores más fieles de la bebida al rededor del mundo, ya que la broca nace, crece, se reproduce, se alimenta y vive en las semillas del codiciado fruto. De hecho, es la plaga que más daño causa a los cultivos de café en el mundo.
Los cafeteros colombianos descubrieron esos puntitos negros como cabezas de alfiler en el fruto hace décadas y no pasó mucho tiempo antes de que se resignaran a compartir con ellas su producción, pues cada vez que la broca perfora la semilla del café, ésta pierde todo su valor.
Sin embargo, el interés de los cafeteros por asociarse y fortalecer el gremio también alcanzó resultados en materia de control de plagas y enfermedades. Así nació Cenicafé (Centro Nacional de Investigaciones de Café) de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
En 1938 el sector cafetero ya gozaba de su propio centro de ciencia, tecnología e innovación. Pero incluso en ese entonces parecía lejano un escenario donde el café colombiano además de ser reconocido por su sabor fuera premiado por su calidad y aprovechado en su totalidad.
Hoy se ha recorrido la mitad del camino y aunque aún falta mucho por hacer, cada vez los cafeteros están más convencidos de que la posibilidad de cultivar sin peligros naturales, por lo menos en cuanto a plagas se refiere, es una opción real.
EL ORIGEN Y EL FIN DE LAS PLAGAS
“Los cambios climáticos y el movimiento de bienes son las principales causas de que luego de contar con cultivos sanos hayan llegado las plagas a Colombia, una situación inevitable en un mundo globalizado, pero no por ello irreversible”, explica la investigadora científica y Ph.D. de Cenicafé Carmenza Gongora.
En el mundo son dos las especies que se utilizan para la preparación de la bebida, aunque también se han probado otras con gran éxito y difusión: café arabica y café robusta. La primera es la que se cultiva en Colombia y se distingue por su suave sabor, grano fino y altamente aromático; mientras que la segunda genera una bebida rica en cafeína de sabor ácido y fuerte.
En nuestro país se cultivan principalmente tres variedades genéticas de café arabica: caturra (mutación proveniente de Brasil de alta producción), Colombia castillo, plantación 100% colombiana lograda por el investigador Jaime Castillo Zapata en 1980, y castillo, liberada en 2005, estas dos últimas con un importante valor agregado: son resistentes a la roya.
La roya es una clase de hongo que se alimenta de las hojas de cientos de plantas en el mundo, incluyendo la de café y en éste último se reconoce porque deja en la hoja manchas amarillentas que debilitan la planta por la caída prematura del follaje hasta dejarla incapaz de asimilar los rayos del sol. Para el caso del café, la roya afecta negativamente la producción porque reduce su calidad e impide el completo desarrollo del fruto.
El Dr. Castillo Zapata logró cruzar la variedad caturra con una planta de café resistente a la roya pero con semillas que al prepararse en infusión no se distinguían precisamente por su buen sabor: el híbrido de Timor. “Fueron necesarias 5 generaciones de cruce para conseguir las mejores líneas, es decir, el investigador y su equipo atravesaron por un proceso de 20 años antes de obtener verdaderos resultados. Una metodología similar se utilizó para obtener la variedad castillo, con mejor tamaño de gano y calidad de bebida”, cuenta la científica.
El éxito de la variedad castillo la llevó a que fuera recomendada por la Federación Nacional de Cafeteros dentro del Plan de Choque contra la Roya, que busca sustituir las áreas cafeteras que actualmente se encuentran en variedades susceptibles, especialmente en caturra, por variedades resistentes.
A pesar de que esta variedad ya se comercializa y, de hecho, se promueve su siembra en el marco del programa de renovación de cultivos de la Federación Nacional de Cafeteros, los 30 años siguientes a la liberación de variedades resistentes a la roya estuvieron marcados por la búsqueda de nuevas y mejores variedades de café.
Pero si bien dejar de preocuparse por la roya es un logro, la broca sigue siendo un dolor de cabeza. Hace 14 años el centro de investigaciones de café confirmó la invasión de los escarabajos en gran parte de las zonas cafeteras.
La broca es un insecto diminuto que en su etapa adulta vuela a los frutos de la planta (cerezos) con el objetivo de cavar hasta su semilla en una travesía que puede durar hasta 30 días. Una vez allí se alimenta de los granos hasta que los descompone y hace de ellos un hogar, entonces la broca deposita sus huevos, los cuales se convierten en larvas y se alimentan de los granos destruyendo el fruto desde adentro hasta que llega a un estado de descomposición. Cuando la larva se ha desarrollado lo suficiente y alcanza su estado de adultez copula en el grano, sale del fruto y vuela a otro cerezo a repetir el proceso.
En el departamento de fitopatologías (ciencia del diagnóstico y control de las enfermedades de las plantas), junto con del departamento de entomología (estudio científico de los insectos), en Cenicafé se han dedicado incansablemente a mitigar los daños de los cultivos a través un programa de resistencia a la propagación de las plagas.
Parte de la investigación ha sido patrocinada por el Ministerio de Agricultura bajo un programa que tenía el objetivo de estudiar el genoma (información genética de un organismo) del café y de la broca. Fue así que se descubrieron los componentes del fruto que atraían al insecto y qué componentes externos, presentes en otros organismos, podrían dañar su tracto digestivo.
“Se necesitaron varios años para encontrar esos componentes incompatibles con la broca y presentes en ciertos organismos o en plantas de café de otras especies que se pudieran transferir a la variedad castillo a través de cruce o aplicándolo directamente sobre el cultivo como si se tratara de un insecticida”, manifestó la investigadora Cenicafé.
Hoy por hoy, Cenicafé continúa estudiando el impacto de estos métodos en las plantas de café y guarda en sus laboratorios ejemplares en diferentes etapas de desarrollo a los que se les hace un seguimiento permanente. Los cultivos más desarrollados todavía no han dado frutos, así que los resultados de la investigación aún son inciertos.
Además, se ha encontrado un oponente natural de la broca: la Beauveria bassiana, un hongo que crece de forma natural en el arroz y que en contacto con el insecto lo parasita causando la conocida enfermedad blanca de la muscardina; finalmente muere antes de llegar a la semilla. Su mayor virtud: no tiene ningún efecto sobre el fruto y no es tóxico.
Carmenza Gongora explica que los caficultores pueden acceder a este método con especial facilidad: “el hongo puede fabricarse almacenando un poco de arroz en condiciones de humedad o se puede adquirir en el mercado, pues 14 laboratorios en el país lo producen”.
La broca se ha convertido en el mayor enemigo de los cafeteros no solo porque la roya esté controlada, sino porque hay una tendencia generalizada a disminuir el uso de insecticidas para combatir la plaga, de ahí la vigilancia permanente que las autoridades ejercen sobre el mercado y los productos que se comercializan. Además, la broca suele crear resistencia a los venenos después de un tiempo.
INSECTOS BENÉFICOS
Al rededor del ecosistema cafetero Colombiano se desarrollan diferentes especies de insectos. Cenicafé cuenta con una colección sistematizada de referencia con 27.000 especimenes que comenzó a crearse en 1936 y hoy por hoy sigue creciendo.
De esta forma, se ha descubierto que solo 5 tipos de insectos que crecen al rededor del café, son plagas y más de 100 son benéficos. Además, el estudio del ecosistema es una guía invaluable para determinar el impacto de los insecticidas en el equilibrio biológico, permitiendo que se desarrollen productos de menor concentración que son más selectivos, no son tóxicos para el resto de animales y se degradan rápido. Toda una red de control biológico.
RENOVACIÓN DE CULTIVOS
Entre 2011 y 2012 se renovaron 234.000 hectáreas de cultivos de café de las 900.000 que siembran la variedad caturra. Este programa, que comenzó hace cuatro años, ha propagado la variedad castillo en el 54% de los cafetales del país.
“Poco a poco sin descanso hemos revertido la situación logrando que hoy el 76% de los cafetales del país estén ya jóvenes y tecnificados”, anunció en su momento Luis Genaro Muñoz, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.
Para este 2013 se espera que la renovación sea de, por lo menos, 100.000 hectáreas adicionales “con lo cual más de 750.000 hectáreas serán jóvenes y tecnificadas y más de 580.000 serán resistentes a la roya y otras enfermedades al final del año, lo que equivale a un 62% del parque cafetero”, puntualizó Muñoz.
A pesar de que la tradición de algunos cafeteros de sembrar la variedad caturra les ha impedido renovar sus cultivos, la Federación Nacional de Cafeteros adelanta campañas de educación que promueven los desarrollos científicos con resultados contundentes que crean confianza en los caficultores.
Entre otros programas, Cenicafe también promueve la calidad del cultivo, el cuidado de la finca, mejora del entorno, el conocimiento de los impactos del clima en el fruto, control biológico, la fertilización y la conservación del suelo.

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